Las artes marciales no son solo disciplinas de combate, sino que también son un camino para el desarrollo personal. Por eso, hoy no te hablamos de técnica, sino de los valores del karate.
¿Cuáles son los valores del karate?
El karate tiene su origen en la isla japonesa de Okinawa. Pero desde sus comienzos en el siglo XV, ha evolucionado considerablemente. En un primer momento, se enfocaba en los combates cuerpo a cuerpo. Pero ahora, es una de las artes marciales más practicadas del mundo; más que un deporte, es un estilo de vida.
A diferencia de lo que podemos pensar en un primer momento sobre cualquier arte marcial, su filosofía no se basa en la agresión. Por el contrario, se centra en la autodisciplina, el autodisciplina y la superación personal.
Cada entrenamiento, cada kata y cada combate traen consigo lecciones que van mucho más allá del tatami. Los valores del karate que se adquieren con su práctica pueden aplicarse en el día a día, puesto que se mejora la confianza, la toma de decisiones y la relación con los demás. A continuación, vamos a ver cuáles son los cinco más importantes:
Responsabilidad
Cuando practicamos karate, estamos asumiendo un compromiso, tanto con el aprendizaje, como con los compañeros y con uno mismo. La constancia en los entrenamientos enseña que el progreso depende del esfuerzo individual. Nadie puede hacer las flexiones por ti, ni ejecutar el kata en tu lugar. De esta manera, se fomenta un sentido de responsabilidad que se traslada a otros ámbitos. Por ejemplo, los estudios o el trabajo.
Adaptabilidad
Cada combate es distinto. Ni nos enfrentamos a las mismas personas ni nos sentimos igual cada día, tanto física como psíquicamente. En el karate, nunca nos quedamos inmóviles, sino que reaccionamos, cambiamos de estrategia y aprendemos a adaptarnos a cada situación. Esta capacidad de respuesta es una gran lección para la vida y otro de los valores del karate. Aunque las circunstancias no siempre sean favorables, nuestra mentalidad nos puede ayudar a afrontarlas con éxito.
Confianza en uno mismo
Saber que podemos defendernos si fuera necesario, conocer nuestros límites y descubrir que somos capaces de hacer cosas que antes parecían imposibles, refuerza la autoestima. El karate enseña a confiar en las propias habilidades. Pero no desde la arrogancia, sino desde la seguridad. Este tipo de confianza sirve para afrontar desafíos en cualquier situación.
Paciencia
Para dominar la técnica, es necesario repetir los movimientos. Por ende, invertimos tiempo y aceptamos correcciones; lo que viene a significar que para avanzar, necesitamos esfuerzo y paciencia. Es importante aprender a no frustrarse cuando algo no sale a la primera y tener la suficiente paciencia para seguir adelante. Incluso si parece que no avanzamos.
Control de la energía
En las artes marciales no se dan golpes sin sentido, sino que se usa la energía de forma eficiencia. Es decir, que aprendemos a identificar cuándo atacar y cuándo contenerse. Se trata de un control tanto físico como emocional. Aprender a gestionar la energía y la impulsividad nos mantiene en calma en situaciones de tensión. Además, reaccionaremos con inteligencia en vez de con impulsividad.
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