El deporte femenino, que en la actualidad tenemos tan normalizado, es un derecho que conquistamos no hace tanto tiempo. En una fecha como la del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, no está de más recordarlo para no perder de vista nuestros objetivos, ya que aún queda mucho camino para alcanzar la igualdad entre los sexos.
La conquista del acceso al deporte
Si bien parece que estamos cerca de tener los mismos derechos que los hombres, quizás te sorprenda saber que fue en 1967 cuando una mujer consiguió correr una maratón. Y no precisamente con autorización, porque los organizadores hicieron todo lo posible por impedir que participara mientras corría. Fue Kathrine Virginia Switzer, el 19 de abril y en la maratón de Boston.
Por aquellos tiempos, se consideraba que las féminas eran demasiado débiles para hacer frente a este tipo de pruebas, pero con 20 años, terminó la carrera y demostró al mundo que nosotras somos capaces de eso y mucho más. De hecho, es nuestro cuerpo el que tiene la capacidad de crear vida; un proceso que requiere mucha más fuerza y resistencia que cualquier maratón. Sin embargo, a pesar de su victoria, tuvieron que pasar cinco años más hasta que las mujeres pudieron competir libremente.
En la actualidad, y de cara a evitar que este derecho se vuelva a ver limitado, se ha creado el Comité Internacional del Deporte Femenino, con el objetivo de velar por una competición limpia que se base en la división de categorías por sexo y no por género. Puesto que es el primero el que durante tantos siglos nos impidió participar.
El deporte femenino como forma de empoderamiento
Conocer la historia del deporte femenino nos permite poder seguir luchando por él, cueste lo que cueste. Pero, ¿por qué es tan importante acceder a él y practicarlo? ¡Ahí van algunas razones!
Deporte es salud
Además de las preferencias personales que se puedan tener, practicar deporte está relacionado con una mejora en la salud física y mental. No solo segregamos hormonas que nos hacen sentir mejor y nos permiten afrontar los retos de cada día con mayor tranquilidad, sino que también fortalecen al organismo ante las enfermedades y el deterioro inevitable que acompaña al paso de los años.
Mejora la autoestima
Segregar hormonas que mejoran el estado de ánimo, también tiene un impacto en la autoestima. Por otra parte, el machismo y la misoginia también se visten de presión estética hacia las mujeres, y al hacer deporte, nos sentimos más empoderadas y a gusto con nosotras mismas, sin tener que ajustarnos a ningún canon irreal.
Se gana confianza
Tantas veces hemos escuchado que somos el sexo débil que ha calado hondo. Sin embargo, la ciencia ya ha demostrado que no es así, ya que la fuerza no solo se mide por el peso que pueda levantarse. Sentirnos fuertes incrementa nuestra sensación de control y nuestra capacidad de superación, puesto que aunque el deporte es algo físico, es la mente la que determina el éxito.
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