Uno de los muchos misterios acerca de las artes marciales es su origen. Lo cierto es que estas disciplinas surgieron en diferentes lugares del mundo y que cada una de ellas tiende a adaptarse a las características culturales del país donde nació. Cada cultura ha ido depurando sus técnicas mediante el trabajo generacional de expertos maestros. Sin embargo, no es posible determinar una fecha exacta para el nacimiento de un arte marcial, ya que su creación es un proceso y no un hecho aislado. Un proceso que, además, en origen, estuvo asociado a la guerra.
Cuando las artes marciales se separaron de lo bélico
Hubo un momento en el que las artes marciales dejaron de ser un modo eficaz de enfrentarse al enemigo. Este momento coincidió con el desarrollo de armas sofisticadas que tomaron el protagonismo tanto en la lucha a distancia como en el combate cuerpo a cuerpo. Poco podía hacer un hombre desarmado frente a un arma de fuego, por poca que fuese la potencia de esta.
Cuando esto sucedió, las diferentes disciplinas que hoy conocemos como artes marciales se convirtieron en un innegable legado cultural. A través de su práctica se enseñan no solo una serie de movimientos y técnicas de combate o defensa, sino también sus valores.
Quizá sea esto último lo más importante que un artista marcial aprenderá durante su formación. Conceptos aparentemente abstractos como educación, respeto y disciplina son consustanciales a estos deportes. Durante la práctica, ya sea en competición o en el entrenamiento, esos valores toman cuerpo e insuflan vida a los movimientos.
Disciplina: una sola palabra y muchas consecuencias positivas
En ocasiones, cuando se habla de disciplina y control, las imágenes que se nos vienen a la cabeza no son del todo positivas. Profesores o padres y madres demasiado estrictos, rutinas rígidas, falta de flexibilidad o exceso de obligaciones son ideas asociadas a ella.
Las artes marciales no se entienden sin disciplina, pero tampoco sin flexibilidad, comprensión y respeto. Exigirse demasiado es irrespetuoso y fomenta la falta de equilibrio. Es indisciplinado porque no atiende a las necesidades reales del artista marcial, a las reglas del arte ni a la convivencia del equipo.
Por eso, en Warriors Barcelona nos gusta enseñar que disciplina no significa tiranía, sino compromiso. Un compromiso real con el maestro y los compañeros, a quienes es necesario respetar. Y un compromiso no menos sólido con uno mismo.
Aunque los artistas marciales pueden probarse a sí mismos en campeonatos y competiciones, los trofeos obtenidos en ellas no son los premios más importantes. Por el contrario, el autoconocimiento y el respeto a uno mismo y al entorno sí lo son.
El Karate o el Judo no permiten, por su propia naturaleza, avanzar si no se mantiene la cabeza fría y el espíritu equilibrado. Esa es la mayor muestra de disciplina que un artista marcial puede exhibir.
Hay mucho que estas artes ancestrales, hoy conocidas en su faceta de deportes extremos, pueden aportarte. Acércate a nuestro gimnasio en Barcelona y comprueba por ti mismo cómo tu relación contigo, con tu cuerpo y con tu entorno cambian. Solicita tu prueba y empieza la mejor etapa de tu vida.